viernes, 5 de abril de 2013

TERAPIA DE ´FAIR PLAY´ PARA LOS ENERGÚMENOS

Qué bien está el programa  Hermano Mayor. Un aguerrido educador con pinta de repartir ostias como panes se encarga de meter por verea a jóvenes descarriados con muy malas pulgas. Esos que dan coces en las puertas cuando se les lleva la contraria, revolean los pucheros o amenazan a su abuela octogenaria con una recortada para que les suelte algo  de pasta para algún capricho. 


No estaría mal que este educador de fieras indomables se pasara por Carranza para hacérselo mirar a más de un impresentable que puebla las gradas. Podría empezar por los taqueros porculeros, esa infame categoría de hincha energúmeno que grita y protesta por sistema los 90 minutos del choque alterando los nervios del graderío con su lenguaje chusco y torticero. Menudo ejemplo para las críaturas. 

Ver un partido en Cádiz no es cosa de estirados como sucede en Wimblendon  y si hay alguna jugada polémica tampoco se va a pedir que el público increpe al trencilla con mesurada vehemencia aquello de: "árbitro, le niego la mayor". Es cierto que el espectador medio gaditano no cursó estudios en Oxford ni en Campbridge, ni falta que le ha hecho. De siempre, el cadismo ha optado por el sentido del humor y el ingenio para manifestar su desacuerdo y pocas veces o ninguna por la grosería continua ni el menosprecio sistemático del árbitro o del rival de turno porque lo dice la ley del fútbol. 

Quizás a esta gente se le pudiera aplicar algunas de las milagrosas terapias extremas de este programa que reconduzcan su comportamiento. No sería extraño que Hermano Mayor pusiera a estos personajes a pitar un partido de la liga Talibana o le obligaran a pasear por Palestina con la camiseta del Macabi de Tel Aviv. Quizás así aprenderían a ponerse en el pellejo de los que tanto vituperan. Una ración doble de fair play en adobo para esta clase de personas no vendría nada mal al cadismo.