domingo, 12 de mayo de 2013

RAMÓN, UN CADISTA DE APELLIDO BLANCO Y CORAZÓN AMARILLO

El cadismo ha sentido profundamente la inesperada muerte de Ramón Blanco. Eso sí que es una desgracia que te hace pensar hasta qué punto merece la pena desvivirse por los vaivenes de un equipo de fútbol por muy Cádiz que sea. Esta sí que quedará para la  historia como la peor noticia de esta aciaga temporada.  A Ramón, ese sentimiento de amor inquebrantable hacia nuestros colores le venía costando la salud y ha acabado costándole la vida. Por eso, por toda una vida de dedicación y de amor a un escudo, Ramón entra por la puerta grande en la leyenda del cadismo. 

Echaremos de menos su magisterio futbolístico. Daba igual donde lo impartiera: en el campo de corto; en el banquillo; en la tele; en las improvisadas tertulias del Bar gol o en la playa  formando jóvenes jugadores. Hace muchos años de niño, mientras jugaba con mis amigos, un hombre que nos miraba atentamente, se acercó hacia nosotros y nos dio algunos consejos para golpear mejor el balón. Le hice caso y resultó. Cuando ya se fue, alguien me dijo que era Ramón Blanco. Entonces no sabía muy bien quién era ese amable entrenador improvisado de mostacho generoso y acento inubicable. Ahora ya sé quién es ese Ramón, un cadista de apellido Blanco y de corazón amarillo.

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