viernes, 2 de agosto de 2013

UN CARRANZA DE SALDO

Mejor un Trofeo ilustre en el recuerdo, que un Carranza cutre en el calendario veraniego
Qué lástima de Trofeo. Falta interés, competencia, imaginación y, sobre todo, cariño para recuperar la dignidad y el prestigio perdido. Los carteles, con menos tirón que un partido de cricket en La Caleta, son una guantada sin mano al aficionado y emponzoñan su memorable historia.
Antes venir daba caché y palmarés. Ahora, que no hay dinero, los grandes le dan de lado. Todo son excusas de giras, fechas y peligro de lesiones para no venir. Si alguien quiere ver al Madrid o el Barcelona jugar el Carranza, que se compre la Playstation y lo organice él mismo. 
Nada es lo que era, ni en el campo ni en el ambiente de sus aledaños. Las barbacoas ya no son amarillas. Ahora se llaman bebecoas,  ni siquiera huele a pinchitos y están acotadas porque molestan y generan muchos gastos, que no ingresos. 
Esta historia del Carranza por desgracia ocurre con demasiada frecuencia en Cádiz. Es la énesima crónica de una muerte anunciada. Una vez más, gana la banca y la ciudad pierde. ¿Cambiará esto algún día?

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